2 de marzo de 2013

ARRIERITOS SOMOS

Aunque seamos arrieritos no nos hemos encontrado en el caminito de vuelta. A lo largo del recorrido de hoy se formaron tres grupos que se iban parando a desayunar, con la idea de encontrarnos de regreso. Pero el levante huracanado que nos empujaba como alma que lleva el diablo cuando volvíamos hacía imposible no dejarse llevar o pensar que íbamos a pillar a los que marchaban por delante. Eso sí, al final todos juntos otra vez. No faltaba ni uno. Y es que el olor de la cerveza tiene mayor poder de convocatoria que la más preciosa de las rutas.
A las nueve en Divina ("como mandan los cánones", que diría Pepe) sólo había cuatro o cinco. Poco a poco empezaron a llegar. Hasta diecisiete: Rafa L., Pepe Montero, José Mateos, Antonio V., Andrés, Rafa V., Diego, Juanma C., Álvaro C., Nacho, Lobato, Riki, Iñaki, Francis, José Antonio y yo. Pero la sorpresa de hoy nos la ha proporcionado Alfonso Valiente, quien, con el pase pernocta, ha vuelto a pedalear con el grupo después de mucho tiempo, prometiendo hacerlo a partir de ahora cuando pueda. Llegó junto a Lobato, de incógnito y, como el más misterioso Alatriste, oculto tras su ropa y con montura nueva. Como Lobato no lo presentaba todos mirábamos extrañados al nuevo compañero, pero nadie decía nada. Hasta que no pudo más, soltó una carcajada y se destapó la cara. Otro veterano del grupo que se reincorpora. Bienvenido.
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Hemos hecho una buena ruta. Pensando que los carriles estarían todavía embarrados y con la previsión de vientos que habían dado, nos dirigimos hacia Medina, con idea de subir hasta el castillo. Al pasar por Cartuja hemos podido ver el río como pocas veces, porque con los pronósticos de las lluvias que se avecinan Rafael ha abierto el grifo. Y como decía alguno: "Ahora sí que parece un río." Agua de lado a lado, mojando incluso los primeros árboles de las orillas. De las ovejas que habían quedado atrapadas por la crecida le podrán echar la culpa a Rafa. (Yo creo que lo tenía premeditado para luego coger la barca, ir por los animales y preparar luego una buena caldereta de cordero en el trabajo). Pero de lo que no lo pueden acusar es de los dos o tres tontolabas que se han quedado atrapados hoy mismo en un islote Guadalete arriba, haciendo senderismo por la sierra. ¡Qué tino!

Juanma se lleva el sprint bonificado de la cementera y empieza así el pique que ha mantenido con Rafa V. Acertamos con la dirección del viento de manera que a la ida apenas nos molestó y a la vuelta lo trajimos completamente a favor. Hasta El Mojo apenas se notaba. Allí un grupo de seis se para a desayunar y otros once seguimos. 
Un poco más allá de El Pedroso empezamos a notarlo de cara, pero sin mayor dificultad. Llegando al ventorrillo del Carbón empiezan a surgir las dudas sobre si subimos al castillo antes o después de desayunar. Cuatro deciden no subir y los otros siete seguimos.

Algunos no conocían la cuesta (calle Torreón) que sube casi por derecho desde la venta al pueblo: dos repechos para empezar, un empinada recta larguísima, curva a la izquierda sin perder inclinación y otra a la derecha, cerrada y dura. Dentro del pueblo seguimos subiendo pero más cómodamente, hasta pasar por debajo del Arco de Belén, donde hay otro repechón hasta la iglesia mayor, y luego uno ya más suave hasta las mismas ruinas. Juanma, con medio gramo de fuerzas reservadas de la cuesta de antes, pasa primero la pancarta de premio de la montaña. Y más pique. 
No nos dejaron visitar las ruinas porque estaban cerradas por viento. (¿O fue por las bicis? No sé, no sé). El caso es que bajando por la misma cuesta Torreón algunos se pusieron a más de 70 k/h, lo que hacía presagiar cuánto nos iba a ayudar el viento a la vuelta. En la venta, tostá extrasize y dobleancho con aseite verde güeno. Diego, para no tener que andar contínuamente esperando al grupo a cada momento, le pone lastre a la mochila en forma de telera de 2 k. Y luego, a volar. En algunos tramos antes de El Pedroso donde el viento nos cogía de costado parecía que nos iba a tirar. Nosotros separándonos de los socavones y el viento empujándones hacia los boquetes. Tardamos de Medina a Jerez una hora y cinco minutos. Revoleados.
 A la altura de la rotonda del vivero, Juanma se adelanta un poco al grupo para entrar destacado en la subida al Serrallo. Y mantiene la ventaja hasta coronar. Luego, que sí que no, continúa con un ritmo alto junto con José y conmigo para que Vadillo no llegue hasta nosotros. A falta de unos 500m. del final aparece por detrás Rafa queriendo darle alcance. Lo espero para llevarlo hasta la cabeza, que iba 30 metros por delante, pero, entre el esfuerzo que había hecho solo para llegar al grupo y el último arreón de Juanma y Pepe M., no fue posible. Y más pique. ¡Pero viva la rivalidad sana!
Al final Lobato me enseña la máxima que había conseguido de vuelta. ¡Increible: 80 k/h! ¡OCHENTA! ¡Eso sí que es "volar bajo"! Pero es que las 29'r... ya se sabe.
(Fotografías cedidas por A. Lobato e I. Navarro. Arreglos de Angelmari)

1 comentario:

  1. Suscribo todo lo escrito, pero,,,,, lo de 80 kilometros de Antonio Lobato,,,,, no se lo cree ni el,,,,por lo demas todo cierto,,,,
    El placa le dio a Rafa Vadillo,,hasta en el carnet de identidad,
    Pero todo de buen rollito Antonio, ! tu 80 solo lo has visto en tu moto

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