1 de mayo de 2012

CON LOS PAPELES CAMBIADOS

La etapa de hoy ha resultado curiosa. No podría decir que rara, porque ha transcurrido dentro de los parámetros habituales, pero sí con los papeles cambiados. Y ahora iréis viendo por qué.
En un estupendo día para montar en bici nos juntamos veintiún ciclistas en la salida. Para empezar era la segunda mañana consecutiva en la que Pepe llegaba de los primeros, a pesar de que la convocatoria de hoy era a las ocho y media. En cuanto a la ruta no había unanimidad. Entre bromas y coñas optamos por carretera (Medina), aunque algunos aceptaron más por falta de propuestas interesantes o comodidad que por propio convencimiento. Y como siempre, hasta el final con el retintín de los carriles y el barro (¡qué paliza!). Abriendo el pelotón y tirando de él, Juan Manuel, que iba y venía hasta reunir al grupo y vuelta a tirar (como otros días Fernando o Angelmari). Manolo O., muy reflexivo hoy, circulando gran parte del tiempo en solitario y soportando los retos de Juanma. Rafa, en la disyuntiva entre marchar delante o esperar a su coequipier. Antonio V., tranquilo como siempre, pero picando a Lobato. Fernando, más tranquilo todavía, después del viaje. Rafa de la P. con escolta. Andrés y Diego, todo el tiempo "Espera que Espera". A Pepe M. alguna vez lo vimos por detrás, pero a Riki, jamás. ¡Déjate caer alguna vez por la cola, que no pasa ná! La policía por delante y el coche escoba por detrás.
Antonio no varía la ruta, ni incluso cuando pasado El Pedroso el grupo opta por la carretera vieja que desemboca cerca de la venta del Carbón, lo que asume tranquilamente. Antes de llegar pincha uno de los policías y la mayoría del pelotón "sigue palante despacito". Por aquí se vuelve Javier.
Al llegar a la venta, cuatro optamos por subir a Medina y los demás se quedan para esperar a los rezagados (¡Ah! ¡Sí! ¡Ya!). Carlos S. pensaba que había que llegar sólo al pueblo, pero lo animo a continuar hasta el castillo. Por las calles se nos extravía uno, por lo que sólo tres hacemos cumbre, mientras que el grupo espera en el campo base engrasándose bien los gañotes. Antes de desayunar hay dos que se vuelven por donde hemos venido.
Para no regresar por el mismo sitio, Fernando propone tomar la carretera de subida a Medina para desviarnos luego a buscar el parque empresarial y la pista que llega hasta la autovía. En la desviación Pepe y yo nos quedamos a esperar a los últimos, sin saber que los últimos éramos nosotros. Cuando nos decidimos a seguir no vemos a nadie, así que continuamos hasta la autovía por carretera, donde nos están esperando Diego y Fernando. A partir de ahí, y haciendo algunos relevos, nos vamos acercando poco a poco a los que van por atrás. Cuando llegamos al Mojo, nos agrupamos todos de nuevo, decidiendo continuar por la pista hasta la laguna, lo que Antonio acepta de buen grado. Por las Pachecas el pelotón marchaba compacto (como bien reconocía Tomás): dieciocho juntos a estas alturas del regreso. Hay acelerones de unos cuantos por llevarse la meta volante de Lomopardo, pero nada serio, y en el pelotón de espectadores. En la venta de Cartuja unos cogemos por carretera y otros bajo el puente. Y en la cuesta del Serrallo (de los Frailes) comienzan a desatarse las hostilidades. Nos pasan como motos a los que no habíamos cogido bajo el puente. Y ya no paran hasta Jerez, no queriendo ninguno cejar en el pique. Cuando vamos llegando los demás nos encontramos una disputa dialéctica sobre quién ha llegado primero o quién se ha quedado atrás. Más de lo mismo: no se puede estar siempre dale que dale con Riki y luego pretender que cuando llega antes se quede calladito. Pero bueno, todo esto forma parte del buen rollo y de la chispa de cada salida. Seguro que cuando no tuviéramos estos piques ni quien los alimentara nos aburriríamos y los echaríamos de menos.
Cerveza y risas para todos (y algún batacazo de última hora, en medio de la terraza). 85 k. Nos vemos en la próxima.

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